La presión energética sigue incrementándose a nivel global. Ante este panorama, la transición hacia energías renovables y la mejora de la eficiencia energética se posicionan como estrategias central es para reducir la dependencia de combustibles fósiles y mitigar el cambio climático.
América Latina y el Caribe han comenzado a destacar en este proceso. Con un 59% de su electricidad generada a partir de fuentes renovables, la región se sitúa muy por encima del promedio global, que ronda el 30%. Países como Brasil, Chile y Colombia lideran con ambiciosos proyectos e inversiones en solar, eólica e incluso hidrógeno verde. Esta transformación cumple con el acuerdo de París, a la vez, dinamiza la economía local.
En paralelo, la eficiencia energética se convierte en un catalizador silencioso pero potente. Reducir el consumo sin comprometer la productividad permite ahorrar recursos, disminuir las emisiones y aumentar la competitividad empresarial. Según la Agencia Internacional de Energía, mejorar la eficiencia podría representar más del 40% de la reducción de emisiones necesaria para cumplir con los objetivos climáticos globales.
RD ante el reto de impulsar la transición energética

República Dominicana se inserta en el escenario de la transición energética con avances significativos, aunque todavía insuficientes. La demanda energética ha crecido de la mano del desarrollo económico y urbano. A pesar del impulso en energías renovables, el 83% de la electricidad generada en 2023 provino de fuentes no renovables, con el gas natural (38.7%) y el carbón mineral (31%) a la cabeza. Las renovables (solar, eólica e hidroeléctrica)apenas alcanzaron el 15.1%.
El problema está en la velocidad del cambio. Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del sector energético y transporte representan el 30% del total nacional, y la generación eléctrica explica el 98% de esas emisiones dentro del sector energético. La matriz aún se encuentra dominada por el fuel oil y el carbón, lo que limita la capacidad del país para cumplir con su compromiso de reducción de emisiones del 27% bajo la Contribución Nacional Determinada (NDC).
Apostar por tecnologías más eficientes, combinar generación distribuida con incentivos adecuados y fortalecer políticas públicas enfocadas en sostenibilidad no es solo una necesidad ambiental, también es una oportunidad económica. Cada kilovatio ahorrado o generado de forma limpia representa menos gasto, menos contaminación y más resiliencia para el país.
Beneficios de la transición energética para las empresas

La transición energética impacta directamente las operaciones de las empresas. Los beneficios de este movimiento van desde mejoras reputacionales hasta mayor control de costos en energía, con sus respectivos ahorros, así como acceso a incentivos fiscales.
En un entorno donde los precios de la energía tienden a aumentar y los clientes valoran cada vez más la sostenibilidad, las empresas que apuestan por energías renovables y eficiencia energética encuentran una ventaja competitiva real. Adoptar estas prácticas reduce la dependencia de combustibles fósiles y minimiza la exposición a la volatilidad del mercado energético.
La eficiencia energética, por su parte, permite disminuir los costos operativos. Tecnologías modernas en iluminación, climatización o procesos industriales reducen el consumo eléctrico, lo que se traduce en facturas más bajas y mayor rentabilidad. Este tipo de optimización también puede liberar recursos que se reinvierten en innovación, expansión o desarrollo de talento.
Estrategias para la transición energética en las oficinas y procesos

Si bien los planes de sostenibilidad son una medida de altísimo valor para las empresas, estas a veces no tienen muy claro por dónde empezar. Un buen punto departida puede ser invertir en estrategias que faciliten la reducción del consumo energético y la eficientización de la misma.
La eficiencia en oficinas no se limita a apagar luces o instalar bombillas LED. Implica integrar la energía en la gestión cotidiana de la empresa. Esto comienza con la realización de auditorías energéticas para entender con precisión qué, cómo y cuánto se consume. A partir de ahí, es posible identificar áreas de mejora que reducen el impacto ambiental, así como los costos operativos.
Algunas estrategias efectivas incluyen la instalación de sensores de movimiento en zonas comunes, la regulación inteligente de la climatización y el uso de sistemas de iluminación natural mediante un diseño más abierto del espacio.Invertir en equipos con certificaciones de bajo consumo también contribuye de forma directa.
En paralelo, fomentar la participación activa del personal —a través de campañas internas de concienciación o pequeños incentivos— potencia la cultura energética en todos los niveles de la organización,contando con un liderazgo claro desde la alta dirección.
En cuanto a las operaciones, integrar fuentes renovables como paneles solares para autoconsumo, así como sistemas de almacenamiento energético,permite mayor independencia de la red eléctrica.Esto mejora la resiliencia y proporciona mayor previsibilidad en los costos.
La transición energética empieza por decisiones concretas. Una oficina energéticamente eficiente es más que una meta ambiental: es una vía de fortalecimiento operativo y reputacional.
