¿Qué ganan los países con el voto electrónico? Conversamos con Samira Saba, directora de Comunicaciones de Smartmatic

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La automatización electoral es una realidad mundial. Las comisiones electorales han entendido la importancia de adelantar cambios en sus procesos tradicionales de elección de autoridades, dando paso a la implementación de plataformas y soluciones tecnológicas que garantizan elecciones más transparentes, ágiles y eficientes.

La exactitud de los resultados, la capacidad para identificar y prevenir situaciones de fraude, la posibilidad de generar una mayor eficiencia en las tareas electorales y de aumentar la rapidez para obtener los resultados oficiales, e incluso el poder incentivar la participación de los votantes, son algunos de los grandes beneficios que se obtienen de la automatización de las elecciones.

Expertos como Richard Soudriette, presidente del Consejo Asesor Internacional Electoral y quien fue director de la Fundación Internacional de Sistemas Electorales (IEFS) en Washington, D.C., por 20 años, aseguran que cuando son implementadas correctamente, “las tecnologías electorales aumentan la transparencia y confianza en los electores”. Esta confianza, sin duda, contribuye a la estabilidad social, económica y política de las democracias modernas.

Así como una elección bien ejecutada repercute positivamente en todos los intersticios de la sociedad, una elección con deficiencias en su implementación puede causar una fuerte conmoción social, afectar los indicadores macroeconómicos del país, disminuir la inversión foránea, fragmentar el marco legal vigente y generar desconfianza en los diversos actores políticos y sociales en general.

A pesar de que las comisiones electorales reconocen esta realidad y de que la tecnología está presente –cada vez más- en todo lo que hacemos, no son muchos los países que han implementado tecnologías en los procesos más importantes de una elección: garantizar que el votante es quién dice ser, registrar su voto, totalizar y publicar resultados.

En Latinoamérica, naciones como Brasil y Venezuela han venido marcando la pauta utilizando el voto electrónico y la biometría para la autenticación del votante. El año pasado, Ecuador, adoptó el voto electrónico en dos provincias y en menos de una hora Santo Domingo de los Tsáchilas obtuvo resultados oficiales, todo un récord para esta nación suramericana. A lo largo de toda la región, países como México, República Dominicana y Argentina están estudiando e incluso probando las opciones disponibles, ya sea para automatizar el escrutinio o el voto.

Casos para replicar

Un ejemplo exitoso de cómo pueden mejorar las elecciones como resultado de la adopción de tecnologías electorales lo representa Filipinas y sus primeras elecciones automatizadas en 2010. Mientras que en la época de elecciones manuales se tardaban hasta cuarenta días para conocer los resultados oficiales, con la primera elección automatizada -realizada en ese año- se conoció quién sería el próximo presidente en apenas dos horas. Lograr esto en un archipiélago de más de 7 mil islas no es cualquier cosa.

Además de la rapidez en los resultados, la confianza en la autoridad electoral subió de 30% a 65% y la confiabilidad en los resultados electorales se incrementó de 35% a 75%. Todo esto hizo que el peso filipino aumentara su valor 10% pocos días después de esa primera elección automatizada.

Por otro lado, desde el año 2005, Estonia se ha convertido en una referencia mundial en voto por Internet. Hoy día, la plataforma de esa nación báltica es la más avanzada tecnológicamente. Ha sido empleada para apoyar elecciones gubernamentales en ocho elecciones nacionales.

Gracias a la votación en línea, los estonios tienen la opción de votar en un recinto electoral, hacerlo desde su hogar sea que el mismo esté en territorio estonio, o en cualquier otro país del mundo.

Tomando estos ejemplos de dos naciones con geografías y aspectos socioeconómicos y políticos bien diferentes, resulta acertado concluir que la automatización es el presente y futuro de la administración electoral. ¿Qué ganan los países con el voto electrónico? Inclusión social, participación, empoderamiento, igualdad y la oportunidad de servir mejor a sus ciudadanos con elecciones exactas y seguras.

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